Campeona del estatus quo
Hillary Clinton comienza a articular una retórica más populista, pero ¿por qué deberíamos creerle?
¡ÚLTIMA NOTICIA!: Hillary Clinton es vista en Iowa.
Es difícil imaginar una noticia menos interesante, pero allí estuvieron los medios de comunicación, a cada paso del peregrinaje de Clinton en Iowa durante abril, en la que ella anunció su candidatura a la nominación presidencial demócrata en 2016.
Los comentaristas políticos, quienes se ganan la vida reportando sobre el largo proceso de las elecciones presidenciales estadounidenses, disecaron cada momento del viaje de Clinton y su personal de campaña en busca de evidencias de "simpatía" y de su capacidad para "relacionarse con la gente común".
Su séquito político está tratando de retocar su reputación de estar fuera de toque con la vida cotidiana de la mayoría de los trabajadores, como cuando ella comentó el año pasado que ella y su esposo quedaron "en la quiebra" después de salir de la Casa Blanca.
Los expertos se concentraron en su supuesto "cambio a una imagen más populista", ahora que ella está hablando de la desigualdad y cosas por el estilo. "El sueño de la movilidad ascendente que hace de este país un modelo para el mundo se siente cada vez más fuera de alcance, y muchos estadounidenses están comprensiblemente frustrados, incluso enfadados", Clinton declaró ante una audiencia en la Fundación para una Nueva América, en marzo. Los paradas las paradas en los McDonalds del mundo entero cambiarán el hecho de que Hillary Clinton es la candidata de la América Corporativa y del estatus quo en Washington, DC. Ese es su historial luego de décadas como una poderosa política en los circulos de la capital, y es por eso que probablemente será la candidata del Partido Democrático en 2016, no importa lo que los votantes demócratas piensen.
Podrá ser difícil para muchos votantes demócratas fascinarse por la candidatura de Clinton. Ella representa a los mecenas corporativos del Partido Democrático, y la base electoral demócrata no tendrá alternativa, a menos que otro candidato aceptable a los verdaderos patrones del partido la empuje a la canaleta, como lo hizo Barack Obama en 2008.
El establecimiento demócrata ya está alineado detrás de Clinton, incluyendo 29 de los 46 senadores demócratas. En 2013, todas las mujeres demócratas en el Senado, entre ellas Elizabeth Warren, firmaron una carta a Clinton animándola a correr. Y los respaldos siguen llegando.
En cuanto a los republicanos, el número de candidatos es cada vez más grande: más de una docena de republicanos han expresado su interés--y cada día más rabiosos. Y vaya grupo que son, con gente como Ted Cruz y Marco Rubio tropezando sobre sí mismos para demostrar sus credenciales derechistas, oponiéndose al matrimonio gay, al acceso de la mujer al aborto, y a los inmigrantes.
Considerando este repulsivo electo, ya casi se podemos oír el argumento que los demócratas, desde su establecimiento a sus activistas de base, esgrimirán en el año 2016: "Tenemos que votar por Hillary, o tal por cual podrían ganar" y "Piensa en la Corte Suprema".
Los republicanos ayudarán a hacer tal argumento, pintando a Clinton como "extremadamente liberal" o incluso una "socialista". Las caracterizaciones sexistas de Clinton de la derecha y de los medios de comunicación, fijándose en su edad, su ropa y su pelo--de una manera en que jamás harían sobre un candidato varón--abundarán, junto a las afirmaciones de que Clinton es una "radical".
POR AHORA, muchos liberales parecen descartar a Clinton por ser la candidata de América Corporativa, pero no serán capaces de soportar la presión para apoyarla cuando ella sea la candidata. Y esta vez, la izquierda parece más fuerte para resistir la presión de votar por el mal menor, y para convencer a más gente a esta posición.
Algunos políticos demócratas con reputación de ser más liberales, como el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, están reteniendo su apoyo a Clinton. De Blasio, quien fue jefe de campaña de Clinton en su candidatura para senadora en 2000, dijo que no estaba apoyando a su ex jefe aún. En Meet the Press, de NBC, dijo, "Creo que, al igual que un montón de gente en este país, quiero ver una visión. Y, como dije, ese es el caso con candidatos en todos los niveles. Es hora de ver una clara y audaz visión para un cambio económico progresista".
Los demócratas liberales como de Blasio, Elizabeth Warren y Bernie Sanders afirman que tienen un papel que desempeñar en el cambio del mensaje del Partido Democrático, pero no cuestionan la nominación de Clinton.
Pero como la historia del Partido Democrático muestra, no será Clinton quien será ganada a una "visión clara y audaz" gracias a la presión de los liberales del partido, sino que serán los liberales quienes tendrán que aceptar la política rancia del partido. Los supuestos "disidentes" como Warren y de Blasio--como Dennis Kucinich y Jesse Jackson antes--serán leales demócratas que convencerán a los liberales y progresistas en la base del partido a dejar de lado sus principios y votar por la opción "pragmática".
Y junto a ellos estarán las organizaciones cuyo trabajo es alinear apoyo para los candidatos demócratas recaudando fondos y acarreando votos, como la Organización Nacional de la Mujer, que respaldó a Clinton cuando ella corrió por la nominación del partido en 2008.
En abril, la presidente de la Fundación Mayoría Feminista, Eleanor Smeal, dijo: "No es de extrañar que las mujeres estén entusiasmadas no sólo por la posibilidad de la primera mujer presidente, sino también porque esta candidata es una mujer que ha dado alta prioridad a los asuntos de la mujer desde el principio de su carrera".
Pero el historial de Clinton demuestra lo contrario. Ella ciertamente no dio "alta prioridad a los asuntos de la mujer" cuando se sentó en el consejo de Walmart, entre 1986 y 1992, y se mantuvo al margen mientras la empresa atacaba a sus trabajadores--la mayoría de ellas mujeres--cuando éstos intentaron organizarse por salarios y condiciones dignos.
SI HAY una prioridad para Clinton, esa es servir a la América Corporativa y mantener su rentabilidad, en el país y en el extranjero.
Esa fue su prioridad cuando trabajó con Bill Clinton, durante su presidencia, para destruir el bienestar social, sumergiendo millones de familias pobres en una pobreza más profunda, y cuando le ayudó a impulsar leyes que relegaron a decenas de miles de personas a prisión y a pena de muerte.
Esa fue su prioridad como Secretaria de Estado cuando extendió la influencia de las corporaciones estadounidenses, particularmente de los contratistas militares como Lockheed Martin y Boeing, en todo el mundo. Y mientras estuvo allí, ella también presionó para promover la extracción por fractura de la tierra en el extranjero.
Wall Street conoce las verdaderas prioridades de Clinton. Comentando sobre su reciente retórica populista, el periodista de negocios William Cohan escribió en Politico:
Allá, en Wall Street, no lo creen ni por un minuto. Mientras el sector financiero genuinamente odia a Warren, los grandes banqueros aman a Clinton, y por lo general, la desean como presidente. Muchos de los ricos y poderosos en la industria financiera--entre ellos, el consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, el CEO de Morgan Stanley James Gorman, el poderoso vicepresidente de Morgan Stanley Tom Nides, y las cabezas de JPMorganChase y Bank of America--consideran a Clinton una pragmática solucionadora de problemas no propensa a la retórica populista... ¿Acerca de sus fogosa incursiones en esa retórica? Ellos rápidamente la descartan como maniobras políticas. Ninguno de ellos cree que ella realmente es una populista.
Le corresponderá a la izquierda recordar el verdadero historial de Hillary Clinton, y de las demás luminarias demócratas, que sentirán la presión para dejar de lado sus principios y votar por el mal menor en 2016. Pero los problemas con los demócratas van mucho más allá de Clinton. Debemos también estar ayudando a la gente preguntar qué tipo de partido político quiere que deje de lado sus ideales para apoyar a un candidato cuyas políticas son contrarias a sus intereses.
No hay manera en que los radicales puedan "moldear" el Partido Democrático. Tenemos que construir una resistencia desde abajo, independiente de los demócratas, para contrarrestar las políticas de la austeridad y la guerra que ambos partidos apoyan. Esa es la fuente de una alternativa política real.
El problema no es sólo el mensajero, sino también el mensaje.
Construyendo sobre la base de los actuales desafíos al estatus quo--como la lucha contra el terror policial racista infligido sobre personas de color y las protestas de los trabajadores de bajos ingresos--podemos ayudar a levantar las expectaciones de la gente acerca de lo que debe demandar de los políticos.
Traducido por Orlando Sepúlveda